BAJA AUTOESTIMA
Los estudios sobre salud mental en adolescentes han demostrado que la autoestima es un factor relevante en el desarrollo, especialmente en los aspectos de personalidad, adaptación social y emocional, así como en la salud mental en general. Una baja autoestima se asocia con estructuras de personalidad depresivas y narcisistas, timidez y ansiedad social. Asimismo se ha demostrado, en pacientes que presentan cuadros afectivos, una alteración en la capacidad de evaluar sus fortalezas y debilidades, tendiendo a distorsionar la imagen de sí mismos.
La autoestima influye sobre aspectos importantes de la vida tales como: la adaptación a situaciones nuevas, nivel de ansiedad y aceptación de otros, rendimiento escolar, relaciones interpersonales, consumo de drogas, etc.
Por autoestima entendemos la autoevaluación que el individuo hace y mantiene en forma persistente sobre sí mismo, se expresa en una actitud de aprobación o reprobación e indica hasta dónde él se siente capaz, significativo, valioso, exitoso y valioso. La autoestima es un juicio personal de valor que se expresa en las actitudes que el individuo tiene de sí mismo. Es el grado relativo de valoración o aceptación con que las personas perciben su autoimagen. Estas percepciones incluyen la imagen de sí mismos en comparación con otros (percepción de sí), la imagen que percibe que los otros tienen de él (percepción del otro) y la imagen de cómo quisiera ser (sí mismo ideal).
A mayor discrepancia entre el autoconcepto ideal y la percepción que tiene de sí o de la respuesta a las expectativas del otro, hay mayor alteración en la autoestima.
La imagen personal es un sistema organizado, que involucra desde la primera imagen que forma el niño de sí mismo, hasta el concepto alcanzado en la madurez, que le sirve de contexto para integrar las nuevas informaciones. En la medida en que la realidad del sujeto es la realidad que él percibe, organiza esta percepción en función de su Yo, dando relevancia a aquellas situaciones o estímulos que concuerdan o confirman la imagen que el sujeto tiene de sí mismo, en tanto que las que no concuerdan tienden a interpretarse de manera que sean coherentes con la autoimagen.
Así, toda nueva experiencia tiende a ser interpretada a la luz de este núcleo conceptual. A partir de la imagen de sí y su autovaloración (autoestima) todo se explica, se justifica y se realiza. Los sujetos con yo frágil buscan aprobación y seguridad a través de la dependencia de otros.
La etapa escolar es un período crítico en la formación del autoconcepto. El desarrollo del pensamiento lógico-concreto permite que el niño evalúe sus habilidades y las compare con las de otros y con las expectativas de los padres. En esta etapa se internalizan las exigencias de las figuras significativas, lo que opera como un autoconcepto ideal, con el cual el niño estará permanentemente contrastándose. En la medida que el niño se ajuste a este ideal su autoestima se favorece. El concepto de sí que tiene el escolar, es el concepto que piensa que tienen los otros de él. Esta percepción puede ser verdadera o falsa, pero si ésta es negativa desarrolla un autoconcepto desfavorable, el cual tiende a perdurar. Durante esta etapa, una baja autoestima se puede expresar a través de una actitud quejumbrosa y crítica, búsqueda de atención, necesidad imperiosa de ganar, actitud inhibida y poco sociable, excesivo temor a equivocarse, actitud insegura, ánimo triste, actitud perfeccionista, desafiante, derrotista o necesidad compulsiva de aprobación.
Las motivaciones sociales y la necesidad de pertenencia al grupo, hacen que el escolar sea muy sensible a la opinión que tienen los pares respecto de él. Así, la presencia de habilidades sociales, motoras, cognoscitivas, etc. que tienen una alta valoración dentro del grupo de pares, contribuyen a desarrollar una autoestima alta. Varios autores demostraron que los escolares con baja autoestima se planteaban metas no realistas y adoptaban estrategias como la evitación de la participación y el no esforzarse en las tareas difíciles, cuando anticipaban el fracaso. Otros autores observaron que los niños con baja autoestima son menos exactos en la percepción que los pares tienen de ellos en comparación con los que tienen alta autoestima.
Los escolares con buena imagen personal se muestran motivados por aprender, se acercan a las tareas con expectativas de éxito, confiados en que el logro depende de su propio esfuerzo, tienen confianza en sí mismos, en sus percepciones y los problemas personales no les interfieren en el examen de cuestiones externas a ellos.
Durante la adolescencia aumentan las exigencias sociales, esperando a que el joven defina una vocación, aprenda a relacionarse con el sexo opuesto, defina una identidad personal, adquiera autonomía, etc. Algunos autores plantean que los individuos con baja autoestima tienden a tener una identidad confusa, plástica e inestable. Esto implica que los adolescentes con baja autoestima tendrían dificultades para definir su identidad social y personal. En esta etapa la autoestima colectiva, es decir, la evaluación que se tiene del grupo de pertenencia, respecto a otros grupos y la evaluación de la posición o estatus de la persona en ese grupo, contribuyen a definir el autoconcepto.
Los procesos de falta de autoestima entran dentro de mi especialidad como psicoterapéuta, tanto presencialmente como a través de mi consulta de psicología online.
Psicóloga en Leioa-Bizkaia